Siesta, comida, olé olé… Olvidatelo!
Este verano hemos ido a Francia a conocer gente de otros paises.
Para ser la primera vez en un intercambio, nos adaptamos facílmente tanto al lugar como a las personas. Sin darnos cuenta, nuestro proprio grupo creó un vínculo muy bonito. A medida que pasaba el tiempo íbamos ganando confianza con la gente, aunque se nos iba haciendo más cuesta arriba la despedida.
Que llorera el último día! Y nunca lo hubiéramos imaginado.
Un millón de actividades al día, como mínimo, nos ayudaron a conocer más a las otras personas y sus costumbres. A pesar del ritmo de las actividades, incluso logramos conseguir un poco (alguien dice muy poco) de tiempo libre.
Abstrayendote de las camas, la comida » particular» y los mosquitos, se puede disfrutar de un lugar idílico. Sí que es verdad que al ser todo tan divertido te olvidas de estas imperfecciones.
Tras una semana que parecía ser eterna, pero terminó sin darnos cuenta, la verdad es que volvimos a casa con ganas de mucho más!